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Al elegir semillas forrajeras para la formación de pasturas, muchos productores aún basan su decisión únicamente en el precio por kilo. Sin embargo, factores como la pureza, el valor cultural (VC), la tasa de germinación y el costo por hectárea son determinantes para garantizar eficiencia y rentabilidad en el campo. En este artículo, vamos a aclarar tres puntos cruciales sobre la calidad de las semillas y mostrar por qué el menor precio no siempre es la mejor opción.
La producción de semillas forrajeras es naturalmente compleja. A diferencia de otros cultivos agrícolas, la recolección ocurre directamente del suelo, lo que inevitablemente genera impurezas como restos vegetales, partículas de suelo y semillas de otras especies.
Además, las semillas de gramíneas forrajeras son pequeñas y presentan morfología heterogénea, lo que dificulta los procesos de limpieza y clasificación.
Otro punto importante es que muchas especies aún se encuentran en proceso de domesticación, lo que genera variabilidad en la producción. Por ello, incluso en condiciones altamente controladas, alcanzar un 100% de pureza a escala comercial no es viable.
Sí. Existe una gran variabilidad entre especies forrajeras, e incluso dentro de la misma especie, dependiendo de la región y del año de producción.
Para manejar esta variación, instituciones como la EMBRAPA proporcionan promedios de referencia que permiten definir dosis de siembra más precisas y eficientes. Estos datos son fundamentales para un manejo adecuado y para garantizar la productividad esperada.
Muchos productores se encuentran con semillas aparentemente más económicas, pero que resultan en un costo mayor por hectárea implantada.
Esto sucede porque factores como:
Pureza física
Tasa de germinación real
Valor Cultural (VC)
Proporción de recubrimiento (en semillas tratadas)
influyen directamente en la cantidad de semillas viables por metro cuadrado.
📌 Ejemplo práctico:
Un lote de semillas recubiertas puede tener un precio menor por kilo, pero requerir una dosis mayor de siembra para alcanzar la meta mínima de plántulas por metro cuadrado. Al final, el costo total por hectárea puede ser más elevado que el de un lote de semillas desnudas con mayor VC.
El precio por kilo no debe ser el único criterio a la hora de elegir semillas forrajeras. La eficiencia de siembra, el valor cultural y la calidad fisiológica y física de las semillas son factores determinantes para un establecimiento productivo y económicamente viable de las pasturas.
Invertir en semillas de alto vigor garantiza un mejor rendimiento por hectárea y mayor retorno para el productor.
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